Todo el entorno del Manzanares como hemos mencionado en otros post, está ligado a la historia de la clase trabajadora de Madrid. La cercanía con el agua es sinónimo de productividad en cualquier ciudad, y con la revolución industrial la explotación extendida de sus cauces trajo consigo recuerdos del río Manzanares no tan agradables . Para muchos abuelos, aún queda la impronta de una relación con el río asociada a malos olores, pobreza y peligrosidad.
Pero de todas las figuras y oficios que podemos relacionar al Río Manzanares hay una que sin duda podemos clasificar como la más importante: la LAVANDERA, que ocupó las riveras del río antes y después del entramado industrial del Sur de Madrid. La lavandera profesional aparece a partir del establecimiento de la Corte en Madrid en el siglo XVI. Retratada en escritos e historias de Lope de Vega en “La moza del cántaro”, de Ramón de la Cruz y Carlos Arniches, y en las escrituras del viaje por España en 1862 realizado por El Barón Charles Davillier y Gustavo Doré, quienes las describen de la siguiente manera:
<< También tiene sus náyades (el río), que en realidad son simples lavanderas, robustas hijas de Galicia, con las que a menudo se encuentra uno cuando suben o bajan por la Cuesta de la Vega, llevando un enorme paquete de ropa blanca en equilibrio sobre la cabeza y otro bajo cada brazo. Estas lavanderas cavan en la arena unos hoyos, que ellas llaman lavaderos, en los que retienen todo lo que más pueden las avaras ondas del pequeño curso de agua… Estas lavanderas ocupan en una gran longitud, desde el puente de Toledo hasta el de la Casa de Campo, el curso del Manzanares, que se divide en varios regueros y se encuentra metamorfoseado en agua de jabón. El lecho del río sustenta a muchas chozas de cañas, destinadas a defender a las lavanderas de los rayos del sol. También se ven largas filas de pértigas, en paralelo, y en las cuales se secan los paños menores de Madrid.>>
Las Lavanderas eran mujeres viudas, madres de familias numerosas, madres solteras , ancianas e incluso niñas. En la propia rivera Sur del río manzanares funcionaban varios conventos a modo de orfanatos o como hogares para niños durante el día. Mientras las madres trabajaban la camaradería femenina funcionaba a modo de institución , cuidando unas de otras y de sus respectivos hijos. Las lavanderas usaban una tabla de lavar, un trozo de madera con ranuras contra la que restregaban las prendas. El jabón utilizado se hacía en casa, con las grasas sobrantes de las matanzas y soda cáustica. Lavar con este producto suponía gruesas grietas y manos rotas a muy temprana edad, que a fuerza de multiples cicatrizaciones terminaban haciendo callo y las conocidas "manos de lavandera" , que ha sido usado por mucho tiempo para referirnos a la piel deteriorada.
La función de los lavaderos, aparte de la de lavar ropa y otros utensilios, era la de reunir a las mujeres del pueblo para hablar y comentar cualquier noticia o acontecimiento que ocurría en el pueblo o en los alrededores, en resumen. Gracias a este arte del chismorreo, nacieron expresiones como ‘lavar los trapos sucios’ o ‘hay ropa tendida’.
Existen muchas escenas conservadas en los museos y firmadas por pintores como Francisco de Goya o Aureliano de Beruete.
El gremio de las lavanderas llegó a ocupar hasta 4.000 trabajadoras, por lo tanto no es improbable que muchos de los lectores de estas líneas sean descendientes de estas trabajadoras que con mucho esfuerzo lograron mantenerse y vivir en condiciones difíciles , pero que sin duda aportaron carácter al madrileño .
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Para finalizar, os dejamos el decreto de 1790, en el que se reflejan las ordenanzas de la figura de la lavandera:
“LAVANDERAS. Las que concurren al río Manzanares se matriculen, y se hace responsable á los dueños arrendatarios ó administradores de los Lavaderos de los excesos que se cometieren en ellos, si fueren omisos en dar cuenta, y se manda no permitan que en sus casas y barracas se hospeden gentes ociosas y mal entretenidas. Por auto acordado de los Señores de la Sala Plena de 21 de Mayo de 1790".